La hermana
Rocío Díaz conoció personalmente al cardenal Bergoglio, nos cuenta como el Santo Padre Francisco realizó una “misión popular” en la Villa Nueva Esperanza,
una de las “villas miserias” de Buenos Aires.
Después de la Conferencia de Aparecida, en 2007, los obispos latinoamericanos quisieron lanzar una misión continental. Como paso previo, varios obispos, -entre los que figuraba el actual Papa-, decidieron experimentar la misión de a pie, llamando puerta a puerta.
De entre todas las villas, eligieron la de
Nueva Esperanza, y junto con Rocío Díaz y varias hermanas, los obispos
estuvieron una semana visitando todas las casas de la zona, anunciando el Evangelio.
“En ningún momento quisieron que esta misión fuera pública, quisieron actuar en
absoluto silencio, alejados de las cámaras”, afirma la misionera. Desde ese
momento, el cardenal Bergoglio mantuvo una relación muy cercana con las
hermanas y con la Villa.
“Había que ver las caras de la gente cuando
fue elegido como Papa, se les caían las lágrimas de emoción”, afirma la
religiosa, que de un modo muy expresivo explica cómo se oían gritos de alegría
en la calle, y cómo muchísima gente –también personas que no van habitualmente
a Misa- se acercó a la Iglesia
a celebrarlo. Según la religiosa, todo el mundo sabía que el cardenal Bergoglio
pedía siempre que rezaran por él. “Yo inmediatamente le escribí un mail a Su
Santidad y le dije: ahora tendré que rezar doble o triple”.