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lunes, 29 de agosto de 2016

Dios quiere de mi...

¿Vida contemplativa o vida activa?

Amigos:
Recordaba este fin de semana la temporada en la que me planteaba la vida religiosa. Alguien me invitó a hacer un discernimiento para intentar comprender qué sucedía en mi interior y, además, para saber  interpretar el significado y la diferencia entre la vida activa y la vida contemplativa. Esta última me parecía imposible. Siempre he creído que para este estilo de vida parece que se necesiten dos vocaciones: la religiosa y, otra,  la gran capacidad de saber convivir con el Señor y con el mundo a través del absoluto silencio y de la continua oración. ¡Qué compleja e increíble me parecía esta segunda opción teniendo en cuenta mi persona!

Como bien sabéis, aquella inquietud y aquel anhelo de una vida misionera tan activa, cuando menos lo esperaba, se truncó sin posibilidad de reanudarse de nuevo. ¡Qué desespero me acompañó durante un tiempo!

Después de varios años intento recordar aquel discernimiento tan sincero; la vida contemplativa me parecía inviable y muy compleja… Sin embargo hoy, ¿en qué se ha convertido sino mi día a día  y mi entrañable misión? Tanto en aquellos momentos fantásticos que comparto con familiares y amigos, como en los ratos más complejos y oscuros en los que abunda el miedo, son principalmente la oración y el silencio los que me sostienen y dan sentido a lo que vivo. Que distinto a lo que creí hace unos años, ¿verdad?  

Mientras rezo y a Él le doy gracias por tanto, me digo a mí misma: “Qué gran misterio: estamos seguros que lo que escogemos es lo que más nos conviene... en cambio, la vida nunca dejará de sorprendernos”.

Un fuerte abrazo,

Càrol García Murillo