¿Vida contemplativa o vida activa?
Amigos:
Recordaba este fin de semana la temporada en la que me
planteaba la vida religiosa. Alguien me invitó a hacer un discernimiento para
intentar comprender qué sucedía en mi interior y, además, para saber
interpretar el significado y la diferencia entre la vida activa y la vida
contemplativa. Esta última me parecía imposible. Siempre he creído que para
este estilo de vida parece que se necesiten dos vocaciones: la religiosa y,
otra, la gran capacidad de saber convivir con el Señor y con el mundo a
través del absoluto silencio y de la continua oración. ¡Qué compleja e
increíble me parecía esta segunda opción teniendo en cuenta mi persona!
Como bien sabéis, aquella inquietud y aquel anhelo de una
vida misionera tan activa, cuando menos lo esperaba, se truncó sin posibilidad
de reanudarse de nuevo. ¡Qué desespero me acompañó durante un tiempo!
Después de varios años intento recordar aquel discernimiento
tan sincero; la vida contemplativa me parecía inviable y muy compleja… Sin
embargo hoy, ¿en qué se ha convertido sino mi día a día y mi entrañable
misión? Tanto en aquellos momentos fantásticos que comparto con familiares y
amigos, como en los ratos más complejos y oscuros en los que abunda el miedo,
son principalmente la oración y el silencio los que me sostienen y dan sentido
a lo que vivo. Que distinto a lo que creí hace unos años, ¿verdad?
Mientras rezo y a Él le doy gracias por tanto, me digo a mí
misma: “Qué gran misterio: estamos seguros que lo que escogemos es lo que más
nos conviene... en cambio, la vida nunca dejará de sorprendernos”.
Un fuerte abrazo,
Càrol García Murillo