Me pregunto cómo han vivido estos días los familiares de los jóvenes fallecidos en Kenya, los más allegados de las víctimas de atentados terroristas tan desgarradores, los habitantes de Oriente Medio que sufren continuamente injustos ataques, nuestros hermanos que sobreviven en campos de refugiados en los que, principalmente, reina la incertidumbre.
Pienso e intento imaginar cuáles son sus miedos, sus desvelos, en cómo es la inseguridad con la que conviven a diario… y, después de celebrar esta Pascua, me sigo cuestionando si realmente somos testigos sinceros para este mundo tan falto de conciencia y respeto.
Lo que me alegra y sé con certeza, es que Jesús ha resucitado también en medio de cada uno de ellos.
Ojala que, como ÉL, aprendamos a sembrar vida allá donde sólo se respira desesperanza y desconsuelo.
¡Feliz Pascua y un fuerte abrazo!
Càrol García Murillo
