Estamos llamados a ser hombres y mujeres de esperanza.
En estos últimos días en los que nuestros corazones están
aún convulsos por el último atentado en Berlín, sin olvidar ninguno de
los acontecidos durante el 2016 en cualquier población del mundo; nos
preguntamos si Jesús va a encontrar morada en nuestros corazones. Si
frente tanto odio va a encontrar amor, si frente tanto dolor aún hay
cabida para la esperanza.
Durante las cuatro semanas de adviento hemos ido preparando
nuestro corazón para acogerle. Sabedores del gran amor de Dios hacía el
hombre puesto que dio a su hijo a la humanidad a pesar de saber cómo íbamos a tratarle ¿hay mayor generosidad que dar a un hijo para verle
muerto en cruz?
Nuestros misioneros saben de esa generosidad, disfrutan de ese don.
Reciben cada día en su corazón a Jesús (cada día para ellos es Navidad) y
por ello renuevan todos los días esa morada para acogerle y
transmitirlo a los demás. Por ello son un testimonio de amor y de luz
para estos días en el que muchos encontramos esperanza.

No queremos olvidar a todos los misioneros que han perdido
la vida durante este año 2016 fruto de la enfermedad, por edad o incluso
en situaciones violentas como es el caso de la Hmna. Isabel Solà,
asesinada en Haití. Todos ellos ya disfrutan de la compañía del Padre.
No perdamos pues la esperanza. El testimonio de los
misioneros de seguir adelante, de dejar su cada, de pasar lejos de sus
familias de sangre (porque ahora disfrutan de la compañía de otras
familias) estas fechas en las que todos o la mayoría disfrutamos de la
compañía de la familia alrededor de una mesa o de un momento de
encuentro fraterno.

Feliz Navidad para todos en nombre propio y de nuestros misioneros